lunes, 24 de octubre de 2011

Análisis de medios. Hoy, los diarios

  Como se nos acabó la creatividad (?), hoy empezamos una sección nueva. En realidad es una serie de entradas destinadas a analizar una industria tan poderosa como poco cuestionada: los medios de comunicación.
  El repaso comienza con los medios escritos, tal vez los menos entretenidos de analizar, tanto por su escasez como por la homogeneidad que parece que manifiestan, aunque yo sostengo que no es así.
  Antes de iniciar, un par de aclaraciones: al costado de cada medio, aparece una calificación, la que es completamente subjetiva. Esta nota resume calidad y objetividad, así que cualquier crítica o apelación, en los comentarios. Por otro lado, el resumen de los medios escritos involucra sólo diarios de circulación nacional, que son bien pocos.
El Mercurio (7). Es –probablemente- el periódico de circulación nacional más prestigioso y completo del país (también el más caro). Reúne un sinfín de cuerpos temáticos, con tratamientos completos de la información de los distintos tópicos. Los fines de semana incluye también revistas; algunas muy leídas (Sábado), y otras que probablemente no lee nadie (Domingo en Viaje).
  Se ha acusado a El Mercurio de un montón de cosas. Desde poseer una línea editorial marcadamente derechista, hasta casi haber participado en el movimiento que derrocó a Allende (hay un documental que lo reseña, “El diario de Agustín”. Supongo que el diputado Jiménez querrá que sea material básico en los colegios, tal como propuso con “Los archivos del cardenal”). Lo cierto es que El Mercurio mantiene una línea conservadora, pero dando espacio a todos los actores (que un cuasi extremista como Carlos Peña escriba en él, es una prueba fehaciente), desde su tratamiento de las noticias, hasta el espacio que da a todas las visiones en cartas y editoriales. Lo único que le baja la nota es su exagerada extensión y su línea editorial deportiva, donde todo lo objetivo se va al carajo (?).
La Tercera (7). Parecido al anterior, pero más resumido. Es un poco más liberal en su línea editorial, y algo más sensacionalista en sus portadas. Tal vez su gran plus es un sitio en internet muy completo, que integra medios audiovisuales a los contenidos escritos de manera más eficaz que su competidor directo.
La Segunda (6). Es el único de la saga vespertino, lo que lo obliga, cuando no hay noticias importantes, a ser bastante sensacionalista en sus portadas. Tiene un cariz marcadamente político, donde da cabida a variados puntos de vista, pese a que ha demostrado un giro a la izquierda lento, pero sostenido durante los últimos meses. Como todo el periodismo nacional, por lo demás.
La Cuarta (5). Permítanme una licencia: La Cuarta es el más original de los diarios nacionales. Tiene el doble desafío de contar historias y codificarlas en un lenguaje popular sin perder el tono informativo. Injustamente despreciado por el registro de habla que utiliza, su tendencia a banalizar toda clase de noticias es lo que le hace perder calidad, aunque –la verdad sea dicha- en un clima de tensión permanente como el actual, tal vez no sea una mala idea.
  El periódico en cuestión tiene un cariz bastante más izquierdista que La Tercera, tal vez por esa pretensión de acercarse “al pueblo”.
Las Últimas Noticias (4). Es La Cuarta pero con un mejor lenguaje y la trivialización de absolutamente todo. Para los periodistas de LUN, nada es importante, todo es banal. Al igual que La Cuarta, con quien compite por un público similar, tiene un cariz más hacia la izquierda que El Mercurio, como lo demuestran notas como esta.
La Hora y Publimetro (3). Para tratar de competir con el anterior, es necesario bajar bastante la calidad de lo que se escribe. Pocas páginas, con notas poco elaboradas y bastante poco equilibradas. Pareciera que los periodistas de TVN hacen escuela aquí. Adivine por qué.
  Fueron excluidos The Clinic, El Ciudadano y Cambio 21, por tener una periodicidad máxima de una vez a la semana, y por ser, derechamente, pasquines. Cualquier aporte, bienvenido sea.

miércoles, 19 de octubre de 2011

No + lucro

  Así es. Yo también me pliego a la frase de moda (aunque sospecho que llegué un poco tarde; como que entre las Fiestas Patrias y la toma de poder por parte de grupos de violentistas radicalizados al movimiento estudiantil se anduvo diluyendo la cosa en el hablar popular). Me sumo porque estoy indignado –otra palabra que seguro me hace quedar cool- como supongo debieran estarlo todos los que han seguido con mínima atención el tema.
  Hace algunas semanas,  una denuncia de un canal de televisión (que, por cierto, no era TVN, pues probablemente en esa estación televisiva, la denuncia no habría pasado el corte de la línea editorial “pluralista y objetiva” que se impone en el área de prensa) destapó la existencia de cientos de exonerados políticos falsos; esto es, personas inexistentes que cobran pensiones al Estado por el hecho de haber sido perjudicados laboralmente durante el Gobierno Militar. Los dineros, era que no, irían a parar en gran parte al Partido Comunista (ya decía yo que era imposible que los encapuchados y ponedores de bombas se financiaran con su idílico trabajo donde los dejan no asistir en días de protesta).
  Este parece un caso de corrupción más, como varios que ocuparon portadas de diarios durante los gobiernos pasados; no olvidemos que estos personajes aparecieron, principalmente, durante la presidencia de Bachelet. Sin embargo, destapa un tema que bien vale la pena discutir, y que tiene que ver con lo siguiente: ¿por qué el Estado debe mantener –muchas veces de por vida- a miles de personas, existan o no, por el solo hecho de haber sido perjudicados durante un periodo de la historia de Chile? Es decir, además de mantener una planta estable de funcionarios (muchos de los cuales hoy “atornillan al revés” o sencillamente no trabajan), los impuestos de todos los chilenos sirven para que personas que no prestan servicios al aparato público vivan a costa de éste.
  Pero más allá de lo anterior, tampoco parece justo que se reciba una compensación económica por acciones ejercidas por aparatos del Estado en tiempos pretéritos, independientemente del tipo de acciones que sean. Es altamente probable que las incorrectas decisiones del gobierno de Frei, a propósito de la Crisis Asiática de fines de los 90, hayan dejado sin trabajo a miles de compatriotas, pero esas personas no reciben pensiones por ello. Ok, se puede decir que el tema de los Derechos Humanos es más delicado, pero por eso mismo no puede ser reducido a una ayuda económica, porque se superponen el hecho y la compensación en niveles que no son comparables.
  El problema con todo esto es que detrás del tema de los Derechos Humanos (no sé por qué lo escribo con mayúscula, tal vez el apóstol Paulsen lo enseñe en sus clases de ética periodística) es que se reduce a un negocio. ONGs que actúan como grandes corporaciones, dedicadas a mantener el tema lo más visible que se pueda, de manera de generar millonarias ganancias a partir de violaciones a los DDHH que se cometen sólo en una parte del mundo (no creo que Human Rights Watch o Amnistía Internacional hayan actuado con tanto ahínco en Cuba o Venezuela como en Chile) y que mantienen vivos a sus cabezas. Millonarios shows, conferencias y acciones públicas, con el afán de seguir lucrando a partir de los Derechos Humanos.
  Ese es el lucro que me indigna. Porque manipula derechos que debieran ser universales. Porque algunos ganan dinero pero siguen manteniendo el odio. Y porque, digamos las cosas de frente, estamos ante la presencia de la industria de los Derechos Humanos. Una de las más aceptadas y lucrativas del mundo.

viernes, 14 de octubre de 2011

Camila Diputada

En las calles de Cerro Navia, la tierra prometida del séquito de los Girardi, aparecieron los primeros rayados pidiendo por “Camila diputada”. La alusión era claramente a la militante comunista que preside la Confech, organización que debiera pertenecer a todos los estudiantes universitarios del país, hoy capturada por los ideólogos del partido de Camila (a los que ella obedece con obsecuencia) y por grupos de violentistas (digamos las cosas como son: la gran mayoría de los violentistas son también estudiantes) desinteresados en el diálogo y cuya principal objetivo es obstruir cualquier tarea del gobierno actual.
Todo esto nos lleva a pensar, en primer lugar, en un hecho bastante interesante: la pérdida de representatividad de Vallejo al interior de la Confech, porque enfrenta la oposición tanto de los violentos como de los que prescinden de las órdenes del partido. Por supuesto, esa falta de representatividad va de la mano con la lenta pero firme caída del movimiento (que, insisto, de estudiantil tiene bastante poco).
Pero seguramente a Camila eso no le importa. Lo que ella –y varios otros involucrados con las movilizaciones- está buscando, finalmente, es una plataforma para su carrera política. He aquí cuando las reacciones pueden ser bastante disímiles: la mayoría de los lectores pensarán que es un horror que una de las personas que ha estado detrás de la violencia que se ha visto en las calles durante medio año ahora quiera tener una representación parlamentaria formal, en lo que sería algo así como “ahora sí que no nos sacamos más a Vallejo de encima”.
No obstante lo anterior, yo tengo otra visión. Sabemos que Camila Vallejo es militante comunista y que la gente, a sabiendas de lo anterior, le entrega un respaldo bastante amplio, por lo menos desde la posición que dice ocupar hoy. Esto significa que Vallejo es valorada por ser la cara visible de un proceso que –cree la gente- busca la gratuidad de la educación. A propósito, no es que la gente crea que sea justo que la educación sea gratis, sino que no quiere pagar por ella independientemente de su posición económica o política.
Pues bien, para entrar al parlamento, a Vallejo no le queda otra que someterse a una votación. Es probable que la Concertación, desesperada por recuperar notoriedad pública, se ofrezca para generarle un cupo, tal como hicieron con los actuales diputados Teillier y Gutiérrez. Esto significa que, en el juego de la política, perdería parte de su autonomía, siendo cooptada por las redes de quienes gobernaron Chile los últimos 20 años. La otra opción que tiene es ganar directamente una elección a representantes de más del 90% del país (los dos grandes bloques políticos), con el agregado de tener al sistema Binominal como espada de Damocles. Si llega a ganar esa elección (cuya única explicación posible es que, a esa altura, la opinión pública aún no se haya dado cuenta de las verdaderas intenciones del movimiento estudiantil), las perspectivas serían un poco distintas, pero tampoco tan diferentes del derrotero que siguen todos los exaltados al institucionalizarse: el poder anestesia y –a la vez- atrae enemigos. Por lo tanto, la figura de Vallejo, al menos como la conocemos ahora, no tiene otro remedio posible que no sea la desaparición, salvo que decida eternizarse en la Confech, tal como su ideólogo Fidel Castro en el poder de otra tierra prometida, cual es la de los comunistas.  

lunes, 10 de octubre de 2011

La farsa del plebiscito: lo que todos saben y nadie dice

  La información oficial dice que “diversas organizaciones sociales” han convocado para un plebiscito nacional por la educación para el 7 y 8 de octubre. Seguramente, los mismos medios que difundieron la noticia hablarán de una “masiva participación”, aunque ésta resultase ser incluso menor que la que han tenido las últimas manifestaciones convocadas por la Confech (seamos serios: aunque los cálculos de dudosa calidad de Camila Vallejo resultasen verídicos, 100 mil personas en una ciudad de más de 6 millones de habitantes es una cifra bastante menor). Es altamente probable que los periodistas difundan profusamente los resultados de tan ejemplar acto de civismo, los que pueden predecirse con extremada facilidad.
  Seguramente, los verdaderos artífices de lo que siguen llamando “el movimiento estudiantil”, pese a que de estudiantil tiene bastante poco, gastarán tiempo, dinero y espacio en señalar enfáticamente que lo que la gente quiere es una educación pública, gratuita y de calidad fuerte y garantizada por el Estado (de tanto escucharlas, las consignas salen de memoria ya), y que el Gobierno (atrapado por grupos de interés de la extrema derecha (esta es nueva, se la escuché al diputado Montes)) no quiere escucharlos. Ergo, el Gobierno es el intransigente.
  Señores, todo lo anterior es un relato. Una historia perfectamente montada, sigilosamente construida y lógicamente ensamblada. Su único problema es el siguiente: es falsa. Es falsa porque lo que han dado en llamar pomposamente plebiscito no es más que una encuesta presencial y vía web, con claros sesgos de representatividad. Es falsa porque quienes participaron son los que están detrás de las exigencias de los partidos políticos a quienes los estudiantes les sirven como bandera de lucha (votar legitima el proceso, aunque se sufrague en contra). Y es falsa porque la manera de generar las preguntas resulta totalmente sesgada, tendenciosa e ignorante.
  Sobre este punto, una pequeña reflexión: si me preguntan en una encuesta, obvio que quiero todo gratis. Si me lo preguntan como debe ser –esto es- explicándome cómo y quiénes van a participar del financiamiento y los beneficios, es más probable que no me convenga, y que por ende vote en contra. El sufragio, al ser un acto libre, soberano e individual, responde mucho más a motivos particulares que a lo que los instigadores del movimiento estudiantil han dado en llamar el bien común.
  El “plebiscito por la educación” es –o fue, mejor dicho- una farsa. Lo sabe el Gobierno, lo saben los estudiantes, lo sabe la sociedad. Pero los periodistas, que parecen encantados con todo el proceso, lo ocultan. Y son capaces de hacerle creer a la gente hasta que la votación en la que participaron es vinculante, y que el Gobierno está cayendo en una ilegalidad por no tomar en cuenta los resultados. Así estamos.

sábado, 8 de octubre de 2011

La verdad que conviene decir

En este artículo no voy a usar citas correctamente aplicadas, y quizás los autores y personajes en los cuales me base estén sacados del contexto que se les da habitualmente. Quiero dejar en claro que lo hago en perfecta lucidez de mis actos y que en cierto modo me sumo a una de las modas de hoy por hoy en estos lados de la tierra, aquella de la verdad que es conveniente decir. La gran diferencia es que esta verdad (o mentira si se quiere) de seguro no es mancomunada ni llenaría media cancha de futbolito si fuese enunciada públicamente,


No por esta carencia de quórum es sin embargo menos válida, sino por el contrario, creo que es ahí donde radica su primera gran inspiración, ya que en este país ya no estamos publicando los criterios y verdades propias divergentes (aun cuando sean tontas o macabramente mal escritas ) por miedo a los vigías de las grandes verdades mancomunadas. Cuando algo de nuestra mente pasa al papel deja un testimonio y cuando lo hacemos público, podemos dar al blanco quizás, en la conciencia de alguna persona que ya no quiera mas saber de los problemas tradicionales de la generación que actualmente rige Chile, es decir, quienes cargan en sus memorias el flagelo de la polaridad post guerra fría.

Me refiero a la derecha y la izquierda de nuestros padres y abuelos, de nuestros alcaldes y administrativos, de nuestros libros de historia y nuestras películas de guerra. En estos días convulsionados de información masiva he llegado a concluir (aun cuando siempre me he llamado libre pensador) no sin cierto desgarro que si tal modelo de política e intelecto se replica idénticamente en nuestros subdesarrolladas alamedas el día de hoy es por que realmente alguien le conviene de sobre manera esa verdad, aun cuando me gustaría creer que tal es el orden natural de las cosas y que en cierta medida es necesario que vallamos por las calles odiándonos los unos a los otros, cerrados a todo debate de caballeros y dispuestos a matarnos por defender imágenes personales casi intimas de figuras políticas representativas de los polos a los que corresponden nuestros papas, me temo con igual desgarro que si hay alguien o mas de alguien que se beneficia de nuestro circo de cizañas y verdades convenientes , no tiene en verdad ningún color político, no le interesa el bien común y quizás tampoco la plata. 

No es humano, porque nadie con corazón avalaría las calamidades del mundo moderno y mucho menos la indiferencia de la gran colectividad ante ellas. Es a mi modo de ver, en realidad el poderoso Leviatán de las ideas obsoletas que, se resiste a morir y se replica generacionalmente.

Silencio Permanente hace un llamado a todos sus lectores a promover sus ideas divergentes en este tipo de formato, a fomentar el dialogo y el debate en tolerancia dentro del cual sacarte a tu político predilecto no es sacarte la madre, justamente para combatir esta podredumbre ideológica.

R.Montag
2011