lunes, 10 de octubre de 2011

La farsa del plebiscito: lo que todos saben y nadie dice

  La información oficial dice que “diversas organizaciones sociales” han convocado para un plebiscito nacional por la educación para el 7 y 8 de octubre. Seguramente, los mismos medios que difundieron la noticia hablarán de una “masiva participación”, aunque ésta resultase ser incluso menor que la que han tenido las últimas manifestaciones convocadas por la Confech (seamos serios: aunque los cálculos de dudosa calidad de Camila Vallejo resultasen verídicos, 100 mil personas en una ciudad de más de 6 millones de habitantes es una cifra bastante menor). Es altamente probable que los periodistas difundan profusamente los resultados de tan ejemplar acto de civismo, los que pueden predecirse con extremada facilidad.
  Seguramente, los verdaderos artífices de lo que siguen llamando “el movimiento estudiantil”, pese a que de estudiantil tiene bastante poco, gastarán tiempo, dinero y espacio en señalar enfáticamente que lo que la gente quiere es una educación pública, gratuita y de calidad fuerte y garantizada por el Estado (de tanto escucharlas, las consignas salen de memoria ya), y que el Gobierno (atrapado por grupos de interés de la extrema derecha (esta es nueva, se la escuché al diputado Montes)) no quiere escucharlos. Ergo, el Gobierno es el intransigente.
  Señores, todo lo anterior es un relato. Una historia perfectamente montada, sigilosamente construida y lógicamente ensamblada. Su único problema es el siguiente: es falsa. Es falsa porque lo que han dado en llamar pomposamente plebiscito no es más que una encuesta presencial y vía web, con claros sesgos de representatividad. Es falsa porque quienes participaron son los que están detrás de las exigencias de los partidos políticos a quienes los estudiantes les sirven como bandera de lucha (votar legitima el proceso, aunque se sufrague en contra). Y es falsa porque la manera de generar las preguntas resulta totalmente sesgada, tendenciosa e ignorante.
  Sobre este punto, una pequeña reflexión: si me preguntan en una encuesta, obvio que quiero todo gratis. Si me lo preguntan como debe ser –esto es- explicándome cómo y quiénes van a participar del financiamiento y los beneficios, es más probable que no me convenga, y que por ende vote en contra. El sufragio, al ser un acto libre, soberano e individual, responde mucho más a motivos particulares que a lo que los instigadores del movimiento estudiantil han dado en llamar el bien común.
  El “plebiscito por la educación” es –o fue, mejor dicho- una farsa. Lo sabe el Gobierno, lo saben los estudiantes, lo sabe la sociedad. Pero los periodistas, que parecen encantados con todo el proceso, lo ocultan. Y son capaces de hacerle creer a la gente hasta que la votación en la que participaron es vinculante, y que el Gobierno está cayendo en una ilegalidad por no tomar en cuenta los resultados. Así estamos.

2 comentarios:

  1. Y bueno, yo hice un plebiscito para ver si reponen el Show de Benny Hill, como yo voté que sí y represento un sector del país, me extrapolé como dato y concluí que el 98% de la población chilena dijo que sí.

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  2. Excelentes comentarios en este blog,felicitaciones.

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